domingo, enero 05, 2014

Cuento de Año Nuevo

. domingo, enero 05, 2014
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Por Pablo Emilio Buitrago Rugeles
Llegó frente a aquel Ser de Luz Intensa que parecía absorto en la contemplación del infinito.
— "Maestro, ha llegado mi turno de nacer y estoy lista para emprender el viaje", le dijo sin ocultar el entusiasmo que le invadía.
El Dador de Vida bajó la mirada para examinar aquella pequeña chispa que titilaba de una manera extraña y con voz serena le contestó: "He estado pensando que tal vez no sea bueno enviarte a ese mundo". La chispa disminuyó un poco su titileo, pero luego volvió a la actitud de antes. El Dador continuó: "No es que no estés preparada ni que no sea este tu tiempo, pero no estoy seguro de que valga la pena".
"¡Claro que vale la pena, Maestro! ¡Me están esperando!", casi gritó la chispa, moviéndose impacientemente de un lado para el otro.
— "Quiero advertirte que los humanos malgastan el tiempo, desperdician la vida. En realidad no creo que la valoren" — manifestó el Ser de Luz Intensa, sin inmutarse por el evidente afán de su interlocutora.
— "No creo que pueda generalizarse, Maestro. En mis preparativos los he estado observando y sé que también hay muchos que aprecian cada minuto y han aprendido a encontrarle un sentido a la vida. Recuerda que también ellos son creadores de sentido", repuso con convicción la pequeña chispa.
"Es cierto lo que dices", continuó el Ser de Luz Intensa, "pero incluso hay quienes profanan lo más sagrado y con su violencia destruyen el milagro de la vida. Es triste cuando ves que una obra de arte sucumbe ante la irracionalidad y la barbarie".
"Tú sabes, Maestro" —interpeló la chispa, ya más tranquila— "que entre los humanos también hay creadores de belleza y muchos héroes anónimos que, aún en condiciones adversas, conservan su dignidad y no ceden ante el camino fácil de la violencia. Es más difícil darle un abrazo al enemigo, que darle un golpe. Pero esos héroes anónimos ya están poblando el mundo y necesitan tiempo. Por ellos y por muchos más debo estar allí".
— "¿Qué me dices de la ingratitud de los humanos? ¿Acaso quieres llevarles regalos? ¿Piensas que te lo van a agradecer? Es mejor que te desengañes. Ellos desconfían de los regalos y cuando los reciben, piensan que aún es poco y se sienten robados. Nadie aprecia la riqueza que tiene y menos si es un obsequio".
— "¡Qué bueno que lo recuerdas, Maestro, porque tú también me has enseñado que la mayor satisfacción de quien regala está en el hecho mismo de dar, sin esperar nada a cambio! Llegaré con abundantes regalos. Algunos los recibirán con alegría, otros con desdén, pero igual me sentiré feliz. Lo que cada quien haga con sus dones será su decisión".
— "¡Vaya! Veo que has aprendido muy bien la lección; pero mira que son tiempos difíciles, te vas a encontrar con muchos obstáculos..."
— "Pero también con muchas oportunidades, Maestro".
— "...con mucha injusticia..."
— "Pero también con mucha solidaridad y generosidad indescriptibles..."
— "...con mucho odio y dolor..."
— "Pero también con alegría y amor. Y el amor, Maestro, es capaz de sanarlo todo". El Dador de Vida guardó silencio por un momento. Miró de nuevo a la chispa que seguía titilando emocionada. Levantó el rostro para contemplar otra vez el infinito, y por fin dijo: "Veo que todos los horrores del mundo y los defectos de la humanidad no podrán hacerte desistir de la idea de nacer. Sólo me queda colmarte de bendiciones para que las compartas con quienes vas a visitar”. La pequeña luz fulguraba de felicidad. Por fin, el Ser Supremo la despidió diciéndole:
— "Aquí, eres la chispa de la esperanza. Allá, ¿cómo te llamarás?"

— "Año Nuevo, Maestro".

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domingo, marzo 31, 2013

Cuentos breves de las Siete Palabras - 7

. domingo, marzo 31, 2013
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Por Pablo Emilio Buitrago Rugeles

SÉPTIMA PALABRA
Tema: Compasión

Jesús dejó su cuerpo colgado del madero y descendió de la cruz. Tenía una misión pendiente, antes de entregarse al Padre.
Nadie pudo ver cómo se alejaba del Gólgota hasta un paraje sombrío y solitario. Allí, colgado de un árbol, en medio del más profundo silencio, se hallaba el cuerpo sin vida de Judas.
Los ojos piadosos de Jesús se detuvieron un instante en la figura de quien había sido uno de sus discípulos más fieles, el que creyó desde el primer momento que Él era el Mesías y había venido al mundo para liberar a su pueblo. El mismo que le había entregado para que se cumpliera la Palabra.
Abandonado en aquél recóndito lugar, el cuerpo de Judas estaba destinado a las aves carroñeras. Jesús desató la soga de su cuello y cargó a su discípulo hasta una cueva, donde estaba dispuesta una túnica blanca y un jarrón de esencias. Cubrió a Judas con la túnica y derramó sobre su cuerpo inerte las esencias. Sin decir palabra, movió una roca para sellar la entrada de la cueva, y volvió camino al Gólgota.
Al pasar cerca de María, ella sintió un estremecimiento que no pudo explicar.
De nuevo, en la cruz, Jesús exclamó: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

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Cuentos breves de las Siete Palabras - 6

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Por Pablo Emilio Buitrago Rugeles

SEXTA PALABRA
Tema: Plenitud

¡Alto!, ordenó el rey al ver en el camino al hombre ciego que iba de la mano de un lazarillo.
-Hoy me siento generoso. Acercadme a ese pobre ciego que voy a concederle un deseo para compensar su desgracia.
Los custodios del rey llevaron al hombre ciego y al lazarillo hasta el carruaje imperial.
-Mis riquezas, poderes y dominios son inmensos, dijo el rey. Si tuvieras visión, no te alcanzarían los ojos para admirar mis posesiones. Hoy estás de suerte, porque te concederé lo que desees. Dime ¿qué quieres?
El ciego pensó por un instante y preguntó: “¿Me dices que sois inmensamente rico, majestad?”
-Así es, ¿quieres riquezas?
“Sí”, repuso el ciego. “Quiero que me concedas todas las estrellas que brillan en el cielo infinito”.
-Lo siento, dijo el rey a regañadientes, pero mis posesiones no llegan a esos límites.
“¿Pero eres poderoso, verdad alteza?”
-¡Claro que lo soy! ¿Quieres poder?
“Sí, majestad. Dame el poder de detener la tormenta, de impedir la erupción del volcán ardiente, de calmar la furia de los mares y dominar a mi antojo el tiempo de los días y las noches”.
-Lo siento, repitió el rey a regañadientes, mi poder no llega a tanto.
“¿Pero supongo majestad que eres maestro de los placeres?”
-Eso sí, dijo el rey con entusiasmo. ¡Tendrías qué conocer mi harén! ¿Es eso lo que quieres?
“Si hay entre tus mujeres, una que pueda hacerme sentir el aleteo de las mariposas, deleitarme con el canto de las aves del paraíso y cuya alma sea cristalina como un manantial de agua pura…”
-¡Está probado que no tengo nada que pueda satisfacerte!, exclamó el rey con enojo.
“Sí hay algo, majestad: Déjame seguir tranquilo mi camino”
-Sea pues, ¡vete!
El ciego siguió su camino. Al rato, el lazarillo que lo llevaba de la mano, le preguntó: ¿Por qué no pediste nada que te pudiera dar ese rey?
“Porque lo que necesito, querido lazarillo, me lo ha dado un Rey mayor que éste. Sólo tengo que tomarlo y esperar que mi tiempo se cumpla. Recuerda siempre lo que dijo Jesús en la cruz: ‘Todo está consumado’. No hay nada nuevo que podamos agregar a la obra del Señor, ni riquezas, ni poderes, ni placeres que se le parezcan”.

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lunes, abril 02, 2007

Cuentos breves de las Siete Palabras - 5

. lunes, abril 02, 2007
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Por Pablo Emilio Buitrago Rugeles

QUINTA PALABRA
Tema: Vida

Sintió el aire del ventilador en el rostro y abrió los ojos. Las aspas del aparato colgado del techo se movían como brazos intentando espantar el sofoco de la tarde.
-¿Cómo se siente?
Giró la cabeza hacia la voz y encontró el rostro amable de la doctora.
-Bien, supongo… Respondió dubitativo, mientras intentaba poner en orden sus ideas.
-Ha dormido largo tiempo y todos sus signos están bien, le dijo la doctora con tono de parte médico.
-Entonces…
-¡Es asombroso!, interrumpió la doctora: Estuvo siete días perdido en el desierto, sin una gota de agua a su alcance y ni siquiera tiene señales de deshidratación ¿Cómo es posible?
-Se lo diré, si promete no tomarme por desquiciado.
-No podría hacerlo, señor Rossi. Sé que usted es un distinguido arqueólogo que tiene fama por su rigor científico. Estoy segura que cualquier cosa que me diga estará bien sustentada.
-Pues esta vez, la única prueba es mi palabra, porque no tengo más evidencias. A menos que yo mismo sea una prueba viviente, por los exámenes que usted me ha hecho.
-Lo es. Usted es la evidencia de algo extraordinario, que no logro explicar. Dígame qué pasó.
-En realidad, no estuve siempre solo en el desierto. Después del primer día, cuando sentía la arena en mi boca reseca y estaba a punto de desfallecer, sólo atiné a decir “Dios mío, sálvame” y apareció esta mujer.
-¿Mujer? ¿Cuál mujer?
-Me dijo que era la Samaritana que había dado de beber a Jesús en el pozo de Jacob.
-¡Pero esa es una historia bíblica, señor Rossi, y ocurrió hace miles de años!
-Lo sé, lo sé. No crea que yo no me sorprendí al verla en ese lugar desolado con una tinaja en sus manos y luego, al escuchar su historia.
La doctora guardó silencio y espero que Rossi continuara.
-Lo primero que hice fue aceptar el líquido que me ofrecía de su tinaja y sentir que un elixir de vida inundaba mi cuerpo. Me dijo que no me preocupara, que no volvería a sentir sed.
-¿Por qué apareció allí? ¿Cuál es esa historia que ella le contó?, preguntó ahora la doctora con algo de impaciencia por conocer más detalles.
-Esto fue lo que me dijo: Cuando Jesús pronunció en la cruz de su suplicio las palabras “Tengo Sed”, ella escuchó su llamado. Entonces volvió al pozo de Jacob y emprendió un largo viaje desde las tierras de Samaria hasta Judea. Pasó por el monte de Los Olivos y entró a Jerusalén, camino al Gólgotha. Pero ya habían transcurrido tres días y el cuerpo de Jesús había sido llevado a una tumba, custodiada por soldados romanos. Llegó y encontró gran confusión. Los soldados habían abandonado el lugar y la piedra enorme que cubría la entrada de la tumba estaba corrida. Ella entró con su tinaja hasta la tumba vacía y lloró al ver que había llegado tarde. En ese momento sintió una mano sobre su hombro y al volverse comprobó que era Jesús, quien la miraba sonriente y la consoló diciéndole –No llores, querida Samaritana. Por segunda vez atendiste mi llamado y llegas a tiempo para recibir el agua de vida. Serás eternamente la encargada de calmar la sed de los extraviados del camino que invoquen mi nombre. Desde entonces cumple la misión que el Señor le encomendó. Por eso apareció en el desierto y por eso estoy a salvo”.

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viernes, abril 14, 2006

Cuentos breves de las Siete Palabras - 4

. viernes, abril 14, 2006
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Por Pablo Emilio Buitrago Rugeles

CUARTA PALABRA
Tema: Soledad

Los grandes sabios acudieron a la cita. Ansiosos por conocer la respuesta al misterio que los había desvelado durante tantos años, desde cuando los cálculos matemáticos y la ciencia de la astronomía confirmaron la pérdida de una fracción de segundo en la historia del tiempo. Todas las cifras coincidían. Las fórmulas combinadas de las teorías cuánticas y de la relatividad así lo demostraban. Los más poderosos procesadores informáticos, alimentados con los nuevos descubrimientos en la exploración del cosmos, no dejaba lugar a dudas: en algún momento del pasado reciente, el universo se detuvo. La idea del tiempo sin pausa, como un flujo continuo que corre en el devenir de los siglos sin detenerse nunca, había quedado rebatida por este hallazgo extraordinario. La pregunta era: ¿Cuándo ocurrió esto? Y allí estaban reunidos para escuchar la respuesta del mayor de los sabios quien había logrado ubicar el instante preciso después de un pormenorizado estudio, con apoyo en todos los datos científicos. Por fin el mayor de los sabios apareció ante su selecta audiencia y habló: “No aspiro a convencerlos de nada porque sé que cada una de mis palabras será medida por el rigor del conocimiento que cada uno de ustedes domina. Los cálculos y pruebas científicas las encontrarán en el resumen que se les está repartiendo. Sólo quiero llamar la atención sobre una coincidencia histórica de este suceso que ha cambiado mi vida y que seguramente cambiará también la de algunos que me escuchan: El instante en que el universo se detuvo fue el momento en que Jesús experimentó la más profunda soledad en su experiencia como ser humano sobre la tierra. Y el hecho coincide exactamente con el tiempo en que Cristo pronunció la frase de su mayor angustia: “¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?” Lo que sigue, no lo he descubierto con las fórmulas científicas sino por la fe: En esa fracción de segundo, Dios cerró los ojos para no ver el sufrimiento de su hijo.

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martes, abril 11, 2006

Cuentos breves de las Siete Palabras - 3

. martes, abril 11, 2006
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Por Pablo Emilio Buitrago Rugeles

TERCERA PALABRA
Tema: Encuentro

“¿Juan? ¿Está segura?” –Lo estoy, respondió la mujer. “¿19, 26, 27?” –Así es, dijo ella con firmeza. “¿Cómo lo supo?” –Una revelación, añadió ella sin titubear. El director guardó silencio. Al fondo, se escuchaba la algarabía de los pequeños que corrían en el patio del orfanato. El director habló de nuevo: "Hace siete años llegó a nuestra institución un bebé. Fue el único sobreviviente del accidente en el que fallecieron todos los miembros de su familia. Ajustada a la muñeca derecha tenía una manecilla, pero en lugar del nombre traía escrita una cita bíblica. Nadie más supo del asunto, hasta hoy que usted lo menciona”. Las risas de los pequeños llenaron otra vez la pausa de la conversación. La mujer suspiró y contó su historia. –Hace siete años perdí a mi único hijo. Era un bebecito sano. Nunca entendí la causa de su muerte, pero no dejé de dar gracias a Dios por la breve alegría que trajo a nuestro hogar. De un tiempo para acá, he tenido un sueño recurrente en el que veo a un niño que corre a mis brazos con una cintilla impresa, atada a su muñeca. No sabía lo que eso significaba hasta el día que llegó una Biblia a mis manos y leí los Evangelios. Allí encontré la cita de Juan 19, 26-27, la misma que aparece en mi sueño y lo comprendí todo. Supe que era un llamado y desde entonces he estado buscando a ese niño.– La mujer calló. El director tomó la Biblia de su escritorio y leyó la frase de Jesús en la cita del evangelista: “Mujer, he ahí a tu hijo; hijo, he ahí a tu madre”.

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lunes, abril 10, 2006

Cuentos breves de las Siete Palabras - 2

. lunes, abril 10, 2006
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Por Pablo Emilio Buitrago Rugeles

SEGUNDA PALABRA
Tema: Premio

“Han logrado violar la seguridad del cielo”, dijo el Ángel consternado. -¿Qué dices?, le preguntó Jesús sin dejar de mirar las heridas aún sin cicatrizar que le habían dejado los clavos en sus manos y pies. “Digo que alguien logró descifrar la clave para ingresar al cielo sin estar en el listado de los justos”, reiteró el Ángel con el mismo tono de gravedad. “¡Peor aún, Señor! Ayer revisé la lista de quienes no han terminado su ciclo de aprendizaje en la tierra y el nombre de esta persona estaba allí. ¡Y ahora tiene gloria eterna! Creo que debemos investigarlo de inmediato..!”. –Tranquilízate, le dijo Jesús al Ángel. ¿Esa persona de la que hablas no es acaso uno de los ladrones que fue crucificado a mi lado? “Así es, Señor, con lo cual no queda duda: Ninguno de los dos ladrones que murieron contigo estaban preparados para la salvación”. –Tienes razón, Ángel. Hasta ayer, ninguno de los dos estaba preparado, pero en el último instante uno de ellos vio la verdad y la recibió en su corazón. No violó la seguridad del cielo Ángel, simplemente encontró una entrada: la compasión y el arrepentimiento sincero. Y esa fue mi promesa: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”.

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miércoles, abril 05, 2006

Cuentos breves de las Siete Palabras - 1

. miércoles, abril 05, 2006
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Por Pablo Emilio Buitrago Rugeles


PRIMERA PALABRA
Tema: Perdón

Los mejores años de su vida habían transcurrido en esa prisión. Camino a la puerta que lo devolvería a la libertad recordó la escena del juicio cuando fue condenado, veinte años atrás. Vio de nuevo los rostros de los falsos testigos que mentían sin pudor, con la mano sobre la Biblia. “Jura decir la verdad y solamente…”. La verdad os hará libres, pero ¿qué era la verdad? Todos estos años había tenido tiempo para reflexionar sobre ello. Ante sus ojos aparecieron las pruebas fabricadas por los investigadores y avaladas por el fiscal como evidencia irrefutable, el dedo acusador de los familiares de la víctima, bocas que hablaban de justicia y ojos que clamaban venganza. Sus oídos ensordecieron otra vez con el golpe del martillo, cuando el juez de la causa pronunció la sentencia: culpable. “¿Qué es la culpa, si no la llevas dentro?”, pensó. La puerta se abrió de par en par. De pie junto a la reja, con un sobre en la mano, estaba su abogado. “El juez me pidió que se lo entregara personalmente. Ahora, que se ha comprobado plenamente su inocencia, no puede estar en paz con su conciencia”. El hombre apenas miró el sobre y continuó sin afán. El abogado habló de nuevo: “Estoy listo para la demanda; vamos a cobrar lo que le hicieron”. El hombre suspiró y miró al abogado. –No, no pienso demandar. “No entiendo. Fueron veinte años de injusta condena”. –Así es y no quiero prolongarlos; que hoy se sepa la verdad es suficiente para mí. “¿Cómo?”, preguntó con asombro el abogado. –No hay rejas que puedan aprisionar a un espíritu libre. Eso lo comprendí desde el día en que hice mías las palabras del Señor: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

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lunes, abril 03, 2006

Al Encuentro

. lunes, abril 03, 2006
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Por Pablo E. Buitrago R.

No me dejaré derrotar
por el pesimismo.
Ahora mismo
saldré a la calle
y le daré la cara
a la vida.
Sé que algo bueno
encontraré en el camino.
Sé que me espera
un motivo de alegría
que está al acecho
para saltarme a la cara
y dibujarme una sonrisa.
Ahora mismo
y sin hacer caso a los nubarrones
que amenazan con desatar tormentas
saldré al encuentro
de la fresca lluvia
y quién sabe, si al final,
al final de mi camino
me encuentre con un radiante sol
que le dé calor
de nuevo
a mis
sueños.
Ahora mismo.

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viernes, septiembre 02, 2005

Me encanta Dios

. viernes, septiembre 02, 2005
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Autor: Jaime Sabines
De: Otros poemas sueltos, (1973-1993)


"Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en
serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la
mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente.
Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe
con las manos.

Nos ha enviado a algunos tipos excepcionales como Buda, o
Cristo, o Mahoma, o mi tía Chofi, para que nos digan que nos
portemos bien. Pero esto a él no le preocupa mucho: nos
conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la
lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga
al hombre. Y por eso inventó la muerte: para que la vida —no
tú ni yo— la vida, sea para siempre.

Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang... Pero
¿que importa si el universo se expande interminablemente o se
contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes.

A mi me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y
distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es
tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho
—frente al ataque de los antibióticos— ¡bacterias mutantes!

Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus
soldaditos de plomo de carne y hueso, hace campos de flores o
pinta el cielo de manera increíble.

Mueve una mano y hace el mar, y mueve la otra y hace el
bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las
nubes, pedazos de su aliento.

Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, y manda
tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas
alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la
tierra que cambia —y se agita y crece— cuando Dios se aleja.

Dios siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de
mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis
hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra
más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la
noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy.

A mi me gusta, a mi me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios."

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jueves, mayo 12, 2005

La presencia de Dios

. jueves, mayo 12, 2005
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Un hombre susurró:
¡Dios, habla conmigo!
Y un ruiseñor empezó a trinar. Pero el hombre no prestó atención.
Volvió a pedir:
¡Dios, habla conmigo!
Y un trueno retumbó en el espacio. Pero el hombre no le dio importancia.
Pidió nuevamente:
¡Dios, déjame verte!
Y una luna enorme brilló en el cielo profundo. Pero el hombre ni se dio cuenta.
Y, nervioso, empezó a gritar:
¡Dios, muéstrame un milagro!
Y nació un niño. Pero el hombre no se inclinó sobre él para admirar el milagro de la vida.
Desesperado, volvió a gritar: ¡Dios, si existes, tócame y déjame sentir tu presencia aquí y ahora!
Y una mariposa se posó suavemente en su hombro. Pero él, irritado, la espantó con la mano.
Desilusionado y en lágrimas siguió su camino, vagando sin rumbo.
Sin preguntar nada más. Solo y lleno de miedo.


(Texto indígena Cherokee, citado por Leonardo Boff)
Fuente:
http://leonardoboff.com/

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martes, mayo 10, 2005

¿Por qué espiritual?

. martes, mayo 10, 2005
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Por Pablo Emilio Buitrago

Los periodistas somos cazadores incorregibles. Salimos diariamente a cazar noticias. Escudriñamos en las “fuentes” de información, siempre atentos a las pistas que nos lleven al hecho novedoso, aquél que está allí esperando para ser contado por un periodista que tenga “olfato” para descubrirlo y darle forma de primicia.
Para ser precisos, no todos viven en esa cacería, pero sí la mayoría. Nos atrapa lo anecdótico, lo curioso, lo insólito, lo absurdo, lo que está fuera de lo común. Algunos, que no olvidan su vocación primigenia, buscan la información que sirve a la gente, que trasciende, que despierta, que le aporta a la vida.

Pero, no nos digamos mentiras: la noticia que más vende es la muerte, la tragedia, el dolor, el escándalo. “Vende”, un concepto comercial que unido a lo noticioso se convierte en espectáculo. Y hay suficiente público para eso. Por suerte, todavía un grupito de periodistas soñadores seguimos pensando que la información es un bien público; que no sólo las noticias “malas” son “buenas”; que el periodismo también construye comunidad.

Pero incluso el periodismo mejor intencionado se queda en lo externo, en el ropaje de los acontecimientos. Muchas veces no va más allá del registro. Los que más lejos avanzan, investigan y tratan de profundizar para encontrar el porqué, hacen seguimiento por un tiempo, relacionan hechos, esbozan procesos, analizan, proyectan y brindan un contexto de los hechos a las audiencias para que ellas saquen sus conclusiones. Sobre los “hechos”, reales, verificables, contrastables, tangibles.

¿Y qué hay de lo invisible? ¡Señales de alarma! ¿Un periodista hablando de lo invisible? ¿De lo espiritual? Eso está bien para los predicadores, dirán algunos. Y así pensaba yo hasta hace poco, cuando comprendí que también hay verdades intangibles que pueden ser comunicadas. Porque eso somos: comunicadores. Mensajeros en el mejor sentido de la palabra.

Esto que yo llamo Periodismo Espiritual pretende en cierta forma escudriñar esa parte de la realidad del ser humano, que si bien no es evidente en principio, sí existe. No olvidemos que el ser humano es mente, cuerpo y espíritu. Entonces, ¿Por qué dejar de lado el relato periodístico de una parte importante de nuestro ser?
Así, de entrada, pienso que habría dos maneras de entender el ejercicio del Periodismo Espiritual:
Uno, Sobre lo espiritual, es decir, sobre las manifestaciones de la espiritualidad, que incluyen lo religioso como fenómeno sociocultural, pero que va más allá de lo religioso. Un periodismo sobre lo espiritual se abre al diálogo de corrientes religiosas y movimientos espirituales de cualquier tipo, a las expresiones externas de la espiritualidad: símbolos, rituales, etc. En este sentido, podría considerarse como tema, sin apartarse de las formas tradicionales del periodismo, aunque considero que la temática misma daría lugar a la innovación en la forma de abordarla.

Dos, Desde y En lo espiritual. Es un concepto más complejo y, sin duda, discutible. Como “mensajero”, el periodista espiritual está en capacidad de comunicar espiritualidad con la palabra. Esto es, convertirse en puente entre el espíritu y la mente, entre la fe y la razón, entre la fuerza interior del ser humano y su entendimiento. Yo lo considero válido. Algunos dirán que en este caso el periodista deja de serlo, para volverse predicador. Desde mi punto de vista, todos somos en cierta forma predicadores. Cada uno tiene una verdad que expresa, comparte y, llegado el caso, está dispuesto a defenderla, con argumentos o sin ellos. De hecho, los periodistas predicamos como valores “la veracidad”, “la imparcialidad”, “la independencia profesional” y todos, o casi todos, estamos dispuestos a luchar por la defensa de la libertad de expresión y de prensa, por considerarlo un derecho fundamental conquistado por la humanidad. Y no faltan ejemplos de heroísmo en esta causa que, por desgracia, ha cobrado la vida de periodistas ilustres. Son valores, son intangibles, que se materializan en el quehacer diario del periodista.

Personalmente, si tengo que elegir entre una objetividad sin alma y una subjetividad responsable, prefiero la segunda. El periodista no debe temerle a lo subjetivo, siempre que sea honesto al expresarlo.
Algo concedo de antemano a la crítica: No puede haber Periodismo Espiritual sin algo de fe; sin que se acepte que también la revelación, es una forma de conocer. Por eso, sé que varios no estarán de acuerdo con este planteamiento, pero quiero dejarlo ahí y seguir profundizando en él. Y, por qué no, llevarlo a la práctica.

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