viernes, abril 14, 2006

Cuentos breves de las Siete Palabras - 4

. viernes, abril 14, 2006


Por Pablo Emilio Buitrago Rugeles

CUARTA PALABRA
Tema: Soledad

Los grandes sabios acudieron a la cita. Ansiosos por conocer la respuesta al misterio que los había desvelado durante tantos años, desde cuando los cálculos matemáticos y la ciencia de la astronomía confirmaron la pérdida de una fracción de segundo en la historia del tiempo. Todas las cifras coincidían. Las fórmulas combinadas de las teorías cuánticas y de la relatividad así lo demostraban. Los más poderosos procesadores informáticos, alimentados con los nuevos descubrimientos en la exploración del cosmos, no dejaba lugar a dudas: en algún momento del pasado reciente, el universo se detuvo. La idea del tiempo sin pausa, como un flujo continuo que corre en el devenir de los siglos sin detenerse nunca, había quedado rebatida por este hallazgo extraordinario. La pregunta era: ¿Cuándo ocurrió esto? Y allí estaban reunidos para escuchar la respuesta del mayor de los sabios quien había logrado ubicar el instante preciso después de un pormenorizado estudio, con apoyo en todos los datos científicos. Por fin el mayor de los sabios apareció ante su selecta audiencia y habló: “No aspiro a convencerlos de nada porque sé que cada una de mis palabras será medida por el rigor del conocimiento que cada uno de ustedes domina. Los cálculos y pruebas científicas las encontrarán en el resumen que se les está repartiendo. Sólo quiero llamar la atención sobre una coincidencia histórica de este suceso que ha cambiado mi vida y que seguramente cambiará también la de algunos que me escuchan: El instante en que el universo se detuvo fue el momento en que Jesús experimentó la más profunda soledad en su experiencia como ser humano sobre la tierra. Y el hecho coincide exactamente con el tiempo en que Cristo pronunció la frase de su mayor angustia: “¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?” Lo que sigue, no lo he descubierto con las fórmulas científicas sino por la fe: En esa fracción de segundo, Dios cerró los ojos para no ver el sufrimiento de su hijo.

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